jueves, 15 de septiembre de 2011

Once in a lifetime Love.


Empiezo sonreír con todas mis fuerzas,  sin ninguna razón aparente y me miran raro por ello, porque no lo entienden. Es normal, no los culpo no hay nadie a mi lado con quien compartirla, estoy sola y quieta en medio de la calle, con la mirada perdida en mis recuerdos, en todos ellos, van rápidos casi corren y de repente todo se para en un momento en particular. Uno, dos, tres, diecisiete y veintitrés, si, en total eran veintitrés lunares en tu cuerpo que conté la primera vez que lo recorrí a sabiendas, buscando divertida las manchitas que se escondían en tu piel y después un sueño con crema, sol, agua, besos sorpresa y caricias traviesas, pero sobretodo risas, y luego ¿que fue después de los las excursiones a los arbustos, de las caminatas que se alegraban con una sonrisilla o con un roce de manos? ¿Y de las noches al aire libre en la que nos burlábamos del frio con carantoñas y arrumacos?  Pero de todo sueño se tiene que despertar, hay que bajar de las nubes aunque te hagas daño y duela la caída. Dolió y sufrí, recuerdo tu cara y mis lágrimas,  las noches sin dormir por no poder cerrar los ojos porque se ahogaban. Pero ahora estoy feliz no me arrepiento de nada y supongo que nunca lo hice. Te he visto del brazo de ella y me he quedado parada sonriendo, porque ya no sufro, estoy feliz y me he acostumbrado a ello.

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