sábado, 14 de enero de 2012

Te da tiempo a pedirlo.

Está oscuro, supongo que sí tengo un poco de flojera. Pero lo va a merecer. Hace frío, respiro hondo y veo como el aire sale por mi boca formando figuras imposibles. Sigo andando por el camino, y por fin llego a la bifurcación indicada. Está poco marcada, pero se ven las hiervas pisadas que hacen el estrecho sendero. Las espigas hacen cosquillas en las piernas, miro el reloj. Queda poco, muy poco. Aprieto el paso, y al final me doy por vencida y echo a correr. Poco a poco lo voy viendo a lo lejos, los montes, el lago y cuando llego me doy cuenta de que hay hamacas, sillas y mantas por la hierva. Hay gente, bueno, normal, va a ser todo un espectáculo.
Me tiendo en la hierva, miro al cielo y luego otra vez el reloj; un minuto. Veo las estrellas, su luz parpadea, una canción, una nana que todos pueden oír y que nadie escucha. Por eso, cuando me doy cuenta, es más mágico todavía, porque la cantan para mi. De repente una estrella fugaz, y luego otra. Van cayendo del cielo una tras otra, pero no llegan a acercarse lo suficiente para que podamos alcanzarlas. Levanto una mano y veo como las estrellas se escurren entre mis dedos, como si de gotas de agua se tratasen.
Es una noche mágica, llena de sueños.

                                                                    Una noche de deseos...

martes, 10 de enero de 2012

Tengo mi filosofía de vida, buena o mala, pero mía.



Dicen que en boca cerrada no entran moscas, que tres son multitud y que donde caben dos caben tres. Que iban dos y se cayó el del medio, que todo lo que entra sale y todo lo compartido es más divertido. Se dice que hay tres tristes tigres comiendo trigo en un trigal, una aguja en un pajar y ciento volando; y como bien dijo Herodes, oídos sordos. Dicen que había tres cerditos y tres casas y que soplando, soplando desnudaron a los tres mosqueteros y los convirtieron en geishas. Dicen, también, que dos son equilibrio y que con tres la balanza se balancea, aunque no hay mal que por bien no venga, porque más vale prevenir que curar. Sin embargo que más da, si todo lo que sube, baja. Todo lo que empieza, termina y todo lo olvidado,algún día se recordará.

domingo, 8 de enero de 2012

Mañana es hoy y dentro de poco, ayer.

Uno de esos días que nunca llegan a empezar, porque la luz apenas consigue abrirse paso, y a media tarde avanza la noche para, una vez más, acallar la vida en el sueño. Era Enero. El frío empezaba a tomar asiento y las bebidas se servían bien calientes.
Corrí las cortinas y me asomé por la ventana. Los árboles ejecutaban una especie de danza silenciosa, y sus sombras recorrían el suelo y las paredes.
No sabía qué hacer. Era como si, mirara donde mirara, solo viera pajarracos negros que aleteaban agitando el aire a mi alrededor.
Sentí ganas de gritar.
Agarré la taza, bebí recordando el dulce sabor de las tartas semi heladas en los cumpleaños. El perro se sento a mis pies. Le sonreí por encima de mi vaso y él siguió mirándome con ese gesto interrogante mientras movía el rabo. Lo abracé muy fuerte y él me lamió las mejillas. Cubrí su lomo y mis hombros con una manta. Y entonces me miró, con esa mirada cariñosa y dulce con las que parece agradecerte la vida.

Vienes, o voy.

Brindo por ti, por mí y por la historia que rompiste. Brindo por todo aquello que vivimos, y lo que nunca llegamos a hacer. Brindo por todos los besos, los abrazos y todos los momentos que no olvidaré. Brindo por que aún te recuerdo, por esos días en los que eras el único que me hacía sacar una sonrisa y, por supuesto, brindo por todo lo que nos quisimos, hasta el último día.