domingo, 13 de noviembre de 2011

Un poco de abril, algo de mayo, todo septiembre.

El beso llegó antes que las palabras.
Suave, dulce, prolongado.
Las palabras llegaron antes que sus primeros pasos.
-Te quiero-dijo él.
-Es suficiente-dijo ella.
Y sus primeros pasos llegaron antes que el futuro.
Nadie reparó en ellos cuando echaron a andar cogidos de la mano. Tal vez todos los que estaban cerca en aquellos momentos vivieran su propio mes sin apenas darse cuenta de que así era. Enero para los recién nacidos, febrero para los niños, marzo o abril para los adolescentes, junio para los jóvenes, julio y agosto para la primera madurez, octubre para la segunda, noviembre y diciembre para la vejez.
Ellos tenían un largo septiembre.

Hasta que el tiempo los alcanzase.

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